lunes, 17 de septiembre de 2012

Seguro que tampoco me estuve quieta.

Tan cerca, tan en casa, tan como siempre. El recuerdo de una noche de principios de verano, una noche de tímido acercamiento tras una tarde de tímidas miradas, una primera vez para convertir unos brazos en un hogar. ¡Cómo se parecían esas dos noches! Pero ya no eran principios de verano, sino finales. ¡Cuánto había llovido desde aquel día! Y con lluvia me refiero a lluvia de lágrimas. No me abandoné al sueño como aquella vez, me maldije a mi misma por cada minuto que desperdicié cerrando los ojos. El anhelo de mis labios por los tuyos era el mismo, pero ya no era ayer sino mañana. Cuando desperté estabas un poco más allá, como aquella mañana. No veo necesario decir que sentí, de todas formas tampoco sabría escribirlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario