Llevo días intentando escribir algo para ti, pero siempre se me escapan las palabras. Será porque siempre te he llevado tan dentro que ahora me cuesta sacarte. O porque siempre nos hemos hablado en silencio.
Hace años que pienso en nosotros bajo la etiqueta de "complicado", la realidad es que no hay nada más fácil que estar contigo. No me parecen en absoluto difíciles las horas que le robamos a la noche para hablar de cosas pequeñas que sí importan. Hace años que eres mi tiempo muerto, mi hogar en la tormenta, ese lugar al que siempre quiero volver. Me has visto preguntar mil veces a las personas equivocadas y he huido cada vez que me has susurrado las respuestas al oído. Ahora miro atrás y sigo sin ser capaz de ver por qué, supongo que por mí, por mi miedo, por nuestras desincronías, porque no sabíamos cómo estar alrededor del otro. Creo que sobretodo fue por las cosas que nos faltaban por aprender a cada uno: que solo cuando dejas de necesitar puedes empezar a amar y que solo conservas lo que no amarras. Ahora sé que mi universo es para ti, que puedes entrar y mirar, tocar y mover, que sé que no romperás. Solo tú y nadie más. Ahora sé que el amor se hace a fuego lento y que no importa adónde vaya, tú siempre vienes conmigo. Ahora sé tantas cosas que ya es tarde. Porque aunque haya aprendido, sigo siendo yo. Sabes de sobra que volveré una y otra vez, pero para volver hay que volar primero. Tú mereces algo más que eso, tú mereces a alguien que se quede, a alguien que no dude, a alguien tan valiente como tú. Yo solo puedo prometerte un instante, un soplo de viento, cosas tan efímeras que quizás ni existan.
Supongo que esto ya lo sabes, pero te lo recuerdo porque a veces, entre tantos silencios y medias palabras, se escapan cosas importantes. Tienes tu noche y tu día y todos los que quieras cobrarte como interés.
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