domingo, 14 de octubre de 2012

Cambian las apariencias, pero no la intensidad.

Cuando estamos en uno de esos lugares, tú tan tú como siempre, yo tan yo como siempre, pero ya no amantes sino extraños, dime que no sientes un nudo en la garganta. Dime que no te mueres por mirarme a los ojos al oír una palabra, una frase que solía estar en nuestras bocas. Que no sientes que te falto algunas noches, que no extrañas mis besos, mis risas, mis tonterías. Dime que has olvidado mi olor, que mis gestos ya no te son familiares. Que no se te revuelve nada por dentro al pensarme en unas manos que no sean las tuyas. Dímelo y te creeré, incluso lo comprenderé, pero no se si seré capaz de aceptarlo. Porque siempre habrá una pequeña parte de mí que pedirá explicaciones, que me preguntará como es posible que no me ames teniéndote yo el amor que te tengo. Pero nunca podré darle una explicación exacta porque tampoco a mí me la dio nadie. Así que suelo decirle ''supongo que lo que ocurre es que yo albergo el amor de los dos y él el de ninguno".

No hay comentarios:

Publicar un comentario