domingo, 12 de febrero de 2012

Retales de historias viejas.

Cuando desperté sentí que algo no iba bien. No sentía su aliento en mi nuca, su brazo no rodeaba mi cintura y su mano no se metía por el elástico de mi pijama, tampoco las sábanas olían a tabaco. Aún con los ojos cerrados  noté que estaba abrazada al peluche con el que pasaba las noches cuando él no venía dormir. Cada vez que él tenía que esconderse me pedía que tuviese cuidado y yo le decía que mi elefante cuidaría de mi mejor que nadie, a lo que el me respondía ''sí, pero ese trozo de tela nunca podrá hacerte el amor como yo lo hago'' y en eso, los dos sabíamos que tenía razón, así que yo me reía y él me besaba. Debía ser eso, estaría en alguna misión, por eso no estaba conmigo en la cabaña.
 Me hubiese gustado no abrir los ojos, haber parado el mundo y haberme quedado con ese sentimiento que se tiene al echar de menos a alguien que sabes que va a volver. Pero los abrí, noté la almohada empapada por las lágrimas y al ir recobrando la cordura fui recordando todo lo que había ocurrido la noche anterior, todas mis pesadillas hechas una horrible realidad. Mi primer impulso fue echarme a llorar, pero no podía perder el tiempo en eso, tenía que poner todas mis ideas en orden para saber que hacer. Preparé un café y empecé a analizar los hechos meticulosamente, con desconfianza, como la vida me había obligado a hacerlo.

¿Qué era lo que había pasado?

Había llegado de trabajar en aquel bar de mala muerte, cansada. Al abrir la puerta de la cabaña, feliz, fui corriendo a besarle. No me dejó hacerlo. Me agarró por los hombros, serio.

-Me voy.

-¿Otra misión? No te preocupes, mi elefante esta aquí.- le dije sonriente, sin comprender bien su seriedad.

-No lo entiendes, me voy para siempre.- esa frase retumbó en mis oídos, el mundo tal y como lo conocía se derrumbó.

-¿Qué?...¿Porqué?... ¿Dónde?

-Me voy porque quiero que seas feliz.

-Yo...no...no conozco ninguna manera de ser feliz sin ti.- me eché a llorar como una niña, porque era eso, una niña que había tenido que crecer demasiado deprisa. Y no me importaba, me daba igual tener que matarme a trabajar, me daba igual tener que ser una chica dura, pero no me daba igual que él se marchase.

-Puedes ser feliz sin mi, encontrarás a otras personas, tan solo pasa página, no soy bueno para ti. Y recuerda siempre que has sido lo mejor que me ha pasado y que me voy por eso, porque te quiero.

.¡No, no, no! No me quieres, si me quisieras me llevarías contigo, no me dejarías así después de todo lo que hemos pasado.- le dije desesperada, sin saber que decir ni que hacer para que no se fuese.

-No seas infantil, por favor.

-No te vayas y no lo seré.

-Escucha, te quiero ¿vale? y sabes que para mi protegerte es lo primero y lo último, porque en este mundo no tengo otra cosa que no seas tú.

-Te dejaré ir si me prometes que volverás.

-No puedo prometerte eso.

Entonces me besó y salió por la puerta. Lo seguí, corrí tras él por el bosque, pero él estaba entrenado para ser una sombra, para que nadie consiguiese verlo. Sin saber que hacer corrí a la cabaña, quizás si lo llamaba al móvil... Frenéticamente entré, marqué su número y esperé, pero en cuestión de segundos escuché la estúpida música de su teléfono en la mesa. Era tan horriblemente inteligente, estaba claro que había hecho todo lo posible para que yo no consiguiera encontrarlo ni en cien años. Quise correr a buscarlo, pero no merecía la pena, sabía como esconderse y estaba todo tan oscuro... Decidí dormir para ver las cosas más claras por la mañana.

Y esto nos trae al día siguiente. Reflexioné y llegué a la conclusión de que si se había ido era porque había algún peligro, que yo corría algún peligro, que lo que debía hacer era quedarme allí. Pero yo no podía quedarme quieta, esperando a alguien que no volvería y quizás debía respetar su decisión, pero antes tenía que encontrarle, aunque fuese solo para darle una paliza por todo lo que me había hecho llorar.



No hay comentarios:

Publicar un comentario