Uno lleva su vida, la planifica, reparte sus tareas a lo largo de una semana. Uno cree que sus planes tendrán éxito, pero un día aparece un virus, una bacteria. Entonces tus planes se olvidan, mueren, se posponen. Una cosa ridículamente enana lo cambia todo en cuestión de segundos, a su antojo. Un día sí y al otro no. De eso, queridos amigos, es de lo que intentaba hablaros.
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