Nunca comprendí a las parejas que pintan sus nombres en las paredes o la gente que escribe un te quiero o un para siempre. No sé como será pasar todas las mañanas por una pared y tener que recordar que ya no estás con ella o con él, pero seguro que no es muy agradable. También supongo que en realidad se hacen por eso, para dejar constancia de que eso existió, para que cuando se acabe todo sepas que no fue un sueño, que todo aquello realmente ocurrió.
Personalmente, si tuviese una pistola apuntándome lista para disparar si no escribo nuestros nombres en algún sitio, elegiría un árbol en algún bosque cerca de casa. Así, una vez acabado todo, podría ir al que sería ''nuestro árbol'', de esta forma no tendría que verlo cada mañana al salir de casa, solo lo haría cuando estuviera triste. Me subiría a sus ramas, no sin caerme varias veces (ya se conoce mi torpeza). Me sentaría allí, como una tonta me dedicaría a acariciar nuestras marcas y lloraría cual magdalena. También haría algo que se me da francamente bien, envidiar a mi yo del pasado, maldecirla por no haberle apretado más fuerte contra su pecho, odiarla por haberlo dejado ir. Los árboles tienen mucha energía, están vivos. Mi árbol me consolaría sin pedir explicaciones y sin reprocharme nada. Esperaría a que todo pasara y después cubriría nuestros nombres con su corteza. Y si algún día volviese a caer, si algún día volviésemos a estar juntos podríamos raspar la corteza hasta encontrar de nuevo nuestros nombres en ''nuestro árbol''
No hay comentarios:
Publicar un comentario