Ahora escribiría algo filosófico, reflexiones y conclusiones de mis viajes. Ahora diría el verdadero sentido de mi vida y las cosas tan importantes que haría y que cambiarían el curso del mundo.
Pero resulta que es verano y no me apetece complicarme la vida.
No pienso buscar nada que dure más de una noche, pero si se me acerca alguien ofreciéndome algo de eso a lo que llaman amor tampoco pienso rechazarlo. Voy a hacer lo que me apetezca, lo primero que se me venga a la cabeza, lo fácil. Porque aunque elija las matemáticas difíciles necesito momentos de descanso. También hay que relajarse y dar oportunidades al mundo.
Y en septiembre ya hablamos de las buenas personas a las que voy a buscar. Porque el verano está para eso, para descansar de lo de siempre.
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